miércoles, 9 de noviembre de 2011

Idiotización

Globalización mediante, desde Buenos Aires se trabaja en conjunto con Filipinas e India, entre otros países.
El pelado treintañero, con sus dientecitos para afuera, su complejo de inferioridad y su deseo de haber nacido en un país importante, no como este que es una mierda, hoy está particularmente espeso.
Se pasó toda la mañana hablando de lo que iba a comprar en Miami en su próximo viaje, de lo barato que resulta acceder a objetos de tecnología de punta y de lo lindo que sería que vuelva el 1 a 1.
Si bien ya aprendí a convivir con cipayos defensores de la década infame, lo que me resulta insoportable es otra cosa: Escucharlo reir a carcajadas a él y a su séquito tras decir que el asiático es la involución del mono mogólico.
Juro que si no fuese por tener que pagar el alquiler y la facultad, arriesgaría mi trabajo y le partiría la cabeza con un objeto totalmente desconocido para él: un libro.

lunes, 7 de noviembre de 2011

Nuevos y viejos

3 años laburé en el gigante azul y aprendí que la gente, a veces, puede ser más pelotuda de lo que se ve por la tele. La burbuja que los aisla de la realidad ya no es patrimonio de una "empresita" de tres letras y se extendió, por desgracia, para otros miles de "wanna be". Son gente sin alma que defiende a capa y espada un estilo de vida cuyo eje principal es este: La vida en la Multi.

Los roles están cambiados. El Director de mi nuevo trabajo quiere caer simpático y por eso, cuando a las 8 de la mañana de pedo nos encontramos en la entrada del edificio, me abre todas las puertas a lo largo del camino, "de copado" nomás. No sabe que la falsa humildad me rompe las pelotas.

Uno de los tantos pelotudos de la empresa -un treintañero que se está por quedar pelado- se cree que por un sueldo fijo todos los meses, tener que hablar en inglés con frecuencia y un poco de café gratis, es mejor que el resto de los mortales que caminan por la calle.

Dos realidades ficticias. Dos caras de una moneda trucha y yo en el medio, esperando paciente la oportunidad de tomarme el raje a otros rumbos, sin terminar durmiendo abajo de un puente.